martes, 31 de enero de 2017

modelos de argumentación

De los muchos argumentos que se suelen utilizar, los más frecuentes son: deductivos, inductivos,  por analogía, de autoridad, acerca de las causas y mediante ejemplos. Cada uno de ellos te ofrece un modelo de argumentación.


Argumentos deductivos.

Son aquellos en los cuales la verdad de las premisas garantiza la verdad de su conclusión. La cuestión es que muchas veces  las premisas son inciertas; en tal caso, la conclusión también lo será.   Podemos tener un argumento correcto o válido por lo que respecta a su forma, pero débil o claramente falso por lo que respecta a su contenido. Fíjate en los siguientes ejemplos:

a) “Todos los mamíferos son rumiantes. Mi perro es  mamífero. Por lo tanto, mi perro es rumiante.” (Argumento válido pero falso.)

b) “Todos los hombres son mortales. Sócrates es  un hombre. Entonces, Sócrates es mortal.” (Argumento válido y verdadero.)

c) “Los peces nadan. Las aves vuelan. Por lo tanto, los peces y las aves nadan  y vuelan.” (Argumento inválido.)

Los argumentos deductivos son muy frecuentes a pesar de que la deducción presenta dos puntos débiles. El primero de ellos ya lo hemos señalado: la validez de un argumento no nos garantiza su verdad; sólo si la deducción es correcta y las premisas verdaderas,  la conclusión será verdadera. El segundo es que, aun siendo válido y verdadero  un argumento,  el alcance de la conclusión es, muchas veces, limitado: nos dice poco más de lo que sabíamos.
Los argumentos deductivos pueden adoptar  la forma del Modus ponens (“Si p, entonces q. Se da p. Por lo tanto, se da q.”), del Modus tollens (“Si p, entonces q. No se da q. Por lo tanto, no se da p.”), del silogismo hipotético (“Si p, entonces q. Si q, entonces r. Por lo tanto, si  p entonces r.”), del silogismo disyuntivo (“ p o q. No se da p. Por lo tanto, se da q.”), del dilema (“p o q. Si p, entonces r y si  q, entonces s. Por lo tanto, r o s.”), de la reducción al absurdo (“Para probar p, supón lo contrario y, si en el transcurso de la prueba obtienes una contradicción, entonces niega lo que has supuesto.”), por contraposición ( “Si p, entonces q. Por lo tanto, si no q, entonces no p.”) … Existen argumentos deductivos que combinan varias formas simples. Si quieres distraerte con ellos, lee a Sherlock Holmes y te garantizo que no te aburrirás.


Argumentos por inducción.


La inducción nos permite obtener una conclusión universal  a partir de premisas singulares. Si bien la conclusión no se sigue deductivamente de las premisas, de alguna manera es apoyada por ellas.
El razonamiento científico que va de las observaciones a las teorías es considerado inductivo.
Solemos distinguir entre  inducción completa e inducción incompleta. En la primera se parte del conocimiento individual de todos los casos que componen un universo y se obtiene una conclusión válida para la totalidad. Imagínate una clase de 30 alumnos de 2º de Bachillerato D. Cada uno de ellos cursa la asignatura de Filosofía. Si escribimos 30 premisas con el nombre correspondiente de cada alumno, al final podemos escribir como conclusión que “Todos los alumnos de 2º de Bachillerato D cursan Filosofía.” Como hemos recogido todos los casos, nuestra inducción es completa. Pero la mayoría de las veces no es así.
Cuando la inducción es incompleta, sostener la conclusión es, cuanto menos arriesgado: ¿Cómo podemos garantizarla? Sigue el consejo de Karl  R. Popper: intenta buscar contraejemplos. Cuanto más te cueste encontrarlos, más fuerte es tu argumento.     
El argumento inductivo es perfectamente lícito, pero en los casos de inducción incompleta no existe una garantía acerca de la conclusión; aunque las premisas aportadas sean verdaderas. Así, la inducción no puede ser justificada sobre bases estrictamente lógicas. Sobre este asunto te recuerdo la historia escrita por B. Russell sobre un pavo inductivista. ¿Recuerdas? Aquel que comía invariablemente  a las nueve de la mañana en la granja  avícola y, tras días y días de regularidad, se decidió a concluir: “Siempre como a las nueve de la mañana”. Pero, llegó la víspera de Navidad y…

Argumentos por analogía.

 Como ya sabes, en toda analogía se establece una comparación entre dos cosas y se acentúan sus semejanzas. Los argumentos por analogía no requieren que los ejemplos utilizados sean absolutamente iguales, pero sí que existan similitudes relevantes.
Un famoso argumento por analogía –conocido como “argumento del diseño”- trata de  establecer la existencia de un Creador del mundo: tal y como podemos inferir la existencia de un arquitecto cuando nos encontramos ante un edificio bonito y bien construido, podemos inferir de la belleza y el orden del mundo la existencia de un Creador.
 David Hume al analizar este argumento manifestaba: “Piense cuán amplio es el paso que se ha dado al comparar las casas con el universo y al inferir de la similitud en algún aspecto  una similitud en sus causas.”. A juicio de este filósofo,  la  analogía que nos ocupa constituye un argumento débil por dos razones: una casa es parte de un conjunto mayor, mientras que el universo es el mayor de los conjuntos. Por otro lado, las casas requieren creadores; pero, de acuerdo con lo que sabemos, el universo como un todo puede contener las causas dentro de sí mismo. ¿Te animas a construir un argumento por analogía? ¿Qué tal  uno entre la Tierra y  un ser vivo?


Argumentos de autoridad.

En muchas ocasiones no podemos juzgar por nuestra propia experiencia y necesitamos acudir a otros para informarnos. Aunque procuremos acudir a fuentes competentes, no deja de ser un asunto arriesgado a la hora de basar en ello nuestra conclusión.
¿Cuándo están cualificadas las fuentes? Las fuentes competentes pueden ser autoridades, grupos y libros. Pero incluso las personas más preparadas, los grupos  especializados y los libros prestigiosos, pueden estar equivocados,  carecer de imparcialidad o resultar incompletos.
En muchas cuestiones de filosofía es difícil encontrar fuentes incuestionables: Aristóteles no estaba de acuerdo con Platón, ni  Hegel con Kant, por citar sólo unos ejemplos. Podemos utilizar sus argumentos, pero no convenceremos limitándonos a citar.
Con esto no quisiera que pensaras que  debemos descartar tales argumentos; pero sí que los utilices             con cautela y que,  cuando tropieces con alguno de ellos, lo analices con rigor. Fíjate en los ejemplos siguientes; ambos son argumentos de autoridad, pero no tienen la misma “autoridad”.


a)      “Las organizaciones de derechos humanos dicen que algunos presos son maltratados en Guantánamo. Por lo tanto, algunos presos son maltratados en  Guantánamo.”
b)      “Amnistia Internacional, en su informe anual del 26 de mayo de 2005, pide el cierre de Guantánamo. En este informe aporta fotografías de abusos a  presos, recoge testimonios  y las declaraciones de McClean, portavoz de la Casa Blanca,  quien  califica los abusos de “sucesos aislados”. El informe de Amnistía Internacional  también recoge otro dato: el Gobierno de  Estados Unidos ha restringido la aplicación de los Convenios de Ginebra. Por todo ello, Amnistía Internacional considera que algunos presos son maltratados en Guantánamo.”


¿Sabrías decir  por qué el segundo argumento tiene más autoridad que el primero si ambos concluyen igual?


Argumentos acerca de las causas.

Cuando tratamos de explicar por qué suceden las cosas empleamos este tipo de argumentos, ya que establecen una correlación  entre estados de cosas y causas. Por ejemplo, para averiguar si la dieta influye en el estado de salud, los médicos nutricionistas idean pruebas acerca de  los hábitos alimenticios. Luego pasan estas pruebas a una parte  representativa de la población y, entonces, comprueban cuál es la relación entre dietas y salud. En estos resultados basarán sus argumentos de manera que éstos sólo serán rigurosos si lo son las pruebas.
 Pero, no basta con afirmar  que una causa produce un efecto, sino que también hay que explicar por qué es así. De lo contrario, podemos establecer correlaciones que no son más que meras coincidencias. Y esto es lo que debemos evitar.
Imagínate que alguien dice: “Mientras leía el libro que me prestaste sobre el insomnio, me quedé profundamente dormido. Por lo tanto, el libro es tan bueno que me hizo dormir.”
¿Prueba este ejemplo que el libro sea la causa del sueño? ¿Qué tipo de prueba llevarías a cabo para comprobarlo?
Cuando elabores un argumento acerca de las causas, ten  en cuenta dos cosas. En primer lugar, que la mera correlación no establece una relación de causa y efecto; en segundo, que la causa no siempre es única.
Te animo a que construyas tu propio argumento. Puedes reflexionar acerca de las causas del fracaso escolar o, si lo prefieres, acerca de por qué algunos países tienen un mejor sistema educativo que el nuestro. Tampoco estaría de más que, desde una posición autocrítica, reflexionaras acerca de tu propio rendimiento académico intentando establecer cuáles son las causas de tus mejoras.


Argumentos mediante ejemplos.

Estos argumentos ofrecen uno o varios ejemplos en favor de una generalización.  Fíjate en el siguiente:

“El derecho de las mujeres a votar fue ganado sólo después de una lucha.”
“El derecho de las mujeres a asistir a la Universidad fue ganado sólo después de una lucha.”
“El derecho de las mujeres a la igualdad de oportunidades en el trabajo está siendo ganado sólo con la lucha.”
“Por lo tanto, todos los derechos de las mujeres son ganados sólo después  de luchar.”

¿Cuántos ejemplos son necesarios para alcanzar una conclusión? ¿Cuántos más ejemplos aportemos resultarán más fiables las conclusiones? Lo importante no radica en la cantidad de ejemplos, sino en su importancia. De esto saben bastante quienes realizan encuestas públicas: de poco serviría entrevistar a la mayor parte de la población si se deja fuera de la muestra a un sector recalcitrante.
Cuando construyas tus propios argumentos no confíes en el primer ejemplo que te venga a la cabeza. Además, no te dejes engatusar por la apariencia de algunos argumentos, como el siguiente:

“Compre su vehículo en nuestro concesionario. Cientos de clientes ya han confiado en nosotros. Usted será el próximo cliente  satisfecho.”

¿Se te ocurre alguna objeción al respecto?




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