Razones científicas para leer más de lo que leemos.
Hoy, en la fantástica libroteca queremos dejar patente la importancia de la lectura para el desarrollo de la mente. Ignacio Morgado Bernal , director del instituto de neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor del libro“Cómo percibimos el mundo: una exploración de la mente y los sentidos”, nos explica, hoy mismo, en una columna del País que " para mantener saludable nuestro cerebro, la mejor actividad es la lectura".
( transcripción del artículo completo).
El informe La lectura en España 2017,
encargado por la Federación de Gremios de Editores (FGEE), alerta de
que los españoles no conseguimos aumentar nuestro nivel de lectura, pues
estamos estancados en cifras que indican, según el último barómetro del
CIS, que cerca de un 40% de los ciudadanos no leyó ni un libro en 2015.
Ante esta situación el Gobierno parece tener en ciernes un Plan Nacional de Fomento de la Lectura incluido en el llamado Plan 2020 de acción cultural.
Démosle pues al Gobierno y su Ministerio de Cultura argumentos
científicos, particularmente desde la neurociencia, para seguir adelante
con ese plan y llevarlo a cabo con éxito.
La lectura es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro y las capacidades mentales
La lectura es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en
forma el cerebro y las capacidades mentales. Es así porque la actividad
de leer requiere poner en juego un importante número de procesos
mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el
razonamiento. Cuando leemos activamos preferentemente el hemisferio
izquierdo del cerebro, que es el del lenguaje y el más dotado de
capacidades analíticas en la mayoría de las personas, pero son muchas
más las áreas cerebrales de ambos hemisferios que se activan e
intervienen en el proceso. Decodificar las letras, las palabras y las
frases y convertirlas en sonidos mentales requiere activar amplias áreas
de la corteza cerebral. Las cortezas occipital y temporal se activan
para ver y reconocer el valor semántico de las palabras, es decir, su
significado. La corteza frontal motora se activa cuando evocamos
mentalmente los sonidos de las palabras que leemos. Los recuerdos que
evoca la interpretación de lo leído activan poderosamente el hipocampo y
el lóbulo temporal medial. Las narraciones y los contenidos
sentimentales del escrito, sean o no de ficción, activan la amígdala y
demás áreas emocionales del cerebro. El razonamiento sobre el contenido y
la semántica de lo leído activan la corteza prefrontal y la memoria de
trabajo, que es la que utilizamos para resolver problemas, planificar el
futuro y tomar decisiones. Está comprobado que la activación regular de
esa parte del cerebro fomenta no sólo la capacidad de razonar, sino
también, en cierta medida, la inteligencia de las personas.
El razonamiento sobre el contenido y la semántica de lo leído activan la corteza prefrontal y la memoria de trabajo
La lectura, en definitiva, inunda de actividad el conjunto del
cerebro y refuerza también las habilidades sociales y la empatía, además
de reducir el nivel de estrés del lector. En ese sentido debemos
resaltar el excelente trabajo de revisión del novelista y psicólogo
Keith Oatley, de la Universidad de Toronto, Canadá, recientemente
publicado en la revista científica CellPress y titulado Fiction: Simulación of Social Worlds (Ficción: Simulación de mundos sociales),
destacando que la literatura de ficción es la simulación de nosotros
mismos en interacción. Tras un riguroso y elaborado repaso de datos y
consideraciones sobre psicología cognitiva, Oatley concluye que ese tipo
de literatura al ser como una exploración de las mentes ajenas hace que
quien lee mejore su empatía y su comprensión de los demás, algo de lo
que estamos muy necesitados. Esa conclusión es además avalada por
neuroimágenes, es decir, por datos científicos que exploran la actividad
cerebral relacionada con ese tipo de emociones. La ficción que incluye
personajes y situaciones complejas puede tener efectos especialmente
beneficiosos. Así y como ejemplo, un trabajo recientemente publicado
muestra que la lectura de Harry Potter puede disminuir los prejuicios de los lectores.
La ficción que incluye personajes y situaciones complejas puede tener efectos especialmente beneficiosos
Todo ello sin mencionar la satisfacción y el bienestar que
proporciona el conocimiento adquirido y cómo ese conocimiento se
transforma en memoria cristalizada, que es la que tenemos como resultado
de la experiencia. El libro y cualquier lectura comparable son, así, un
gimnasio asequible y barato para la mente, el que proporciona la mejor
relación costo/beneficio en todas las edades de la vida, por lo que
debería incluirse en la educación desde la más temprana infancia y
mantenerse durante toda la vida. Cada persona debe elegir el tipo de
lectura que más le motiva y conviene. Los niños deben ser estimulados a
leer con lecturas adecuadas a su edad y los mayores deben procurarse
todo el auxilio que requieran sus facultades visuales para poder seguir
leyendo y manteniendo en forma su cerebro cuando envejecen. Un motivo
añadido para que los mayores sigan leyendo es la plausible creencia de
que no somos verdaderamente viejos hasta que no empezamos a sentir que
ya no tenemos nada nuevo que aprender.
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