martes, 19 de abril de 2016

El Qui­jote apócrifo.

Hacia finales de 1614,en Aragón ,se autoriza la impresión de la 2º parte del Quijote.La obra estaba firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda, y aunque las licencias concedidas por la corona de Aragón no permitían la venta de libros en Castilla, lo cierto es que enseguida este Quijote, comenzó a circular por Madrid.
Este hecho, obligó a Cer­van­tes a reela­bo­rar la segunda parte de su novela y adop­tar tra­mas y téc­ni­cas narra­ti­vas que serían deter­mi­nan­tes para la lite­ra­tura pos­te­rior.

 Y es que será a par­tir de ese capí­tulo de la segunda parte del Qui­jote (no del “falso”, sino del “ver­da­dero, el legal y el fiel”, como repe­ti­ría Cer­van­tes) cuando obse­si­va­mente el inmor­tal autor se dedi­que a vapu­lear a Ave­lla­neda. Y no era para menos, por­que como coin­ci­den la mayo­ría de los exper­tos, el libro, fuese quien fuese su autor, tenía una clara inten­ción de moles­tar y ata­car a Cer­van­tes, bien por envi­dias per­so­na­les, cho­que de vani­da­des o sen­ci­lla­mente para apro­ve­charse eco­nó­mi­ca­mente de unos per­so­na­jes que tenían ya un éxito con­so­li­dado entre los lec­to­res. Cosa que, al pare­cer, no era infre­cuente en aque­llos años.
Había rumores de que estaba escrito por un par­ti­da­rio de Lope de Vega ,que se sentía dis­gus­tado por las segun­das inten­cio­nes que, en el caso de las men­cio­nes a Lope, se pue­den des­cu­brir en Cer­van­tes,aunque todos los libros de gran éxito tie­nen segun­das par­tes apó­cri­fas o autén­ti­cas,de La Celes­tina hubo doce­nas de imi­ta­cio­nes, más que con­ti­nua­cio­nes; del Laza­ri­llo tene­mos varias con­ti­nua­cio­nes y el Guz­mán de Alfa­ra­che tam­bién las tuvo”.
Hay expertos como Luis Gómez Canseco que sostienen que Lope de Vega no fue ajeno al asunto,teniendo en cuenta cómo tra­ba­jaba  en su entorno y la gente que tenía alre­de­dor para hacerle tra­ba­jos sucios…y fue un trabajo sucio tan bien hecho ,  que siglos des­pués toda­vía no se sabe  quién lo hizo.Es posible que Cervantes supiese la identidad del autor o por lo menos sospechase sobre quien podría haber sido, ya que parece un libro pen­sado en esos ambien­tes del mundo madri­leño de las letras donde él se movía.

Los estu­dios más recien­tes del Qui­jote de 1615 [el de Cer­van­tes] se incli­nan por la idea de que Cer­van­tes afrontó una revi­sión de su segunda parte inme­dia­ta­mente des­pués de la lec­tura de Ave­lla­neda” y que “por más que cueste admi­tirlo, Cer­van­tes leyó y uti­lizó en bene­fi­cio ,los pro­pios tex­tos, per­so­na­jes, estruc­tu­ras narra­ti­vas y temas del Qui­jote apó­crifo”.

La inte­li­gen­cia lite­ra­ria de Cer­van­tes con­siste en coger el mate­rial del enemigo y reha­cerlo. Y no sólo para des­mon­tar lo que dice Ave­lla­neda, sino para cons­truir su novela de una manera tan extra­or­di­na­ria que cam­bia la his­to­ria de la lite­ra­tura.  Son jue­gos de abso­luta moder­ni­dad, que Cer­van­tes uti­liza con la excusa de Ave­lla­neda para recons­truir por com­pleto la con­cep­ción de la narra­tiva de la época. Lo que con­vierte a Cer­van­tes en ese escri­tor de poten­cia enorme y de influen­cia deci­siva para toda la lite­ra­tura pos­te­rior es la segunda parte del Qui­jote. . Cer­van­tes mues­tra con su infi­nito derro­che de gra­cia y capa­ci­dad narra­tiva,que el otro Qui­jote está lleno de defec­tos. 

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